Una historia hecha tórculo

Cameron aquí, Cameron allá. Pero, ¿qué o quién es Cameron? Cameron es un tórculo; también una persona. Aunque pensándolo bien… Cameron es una historia hecha tórculo.

Un hombre en bicicleta con acento extraño apareció en la puerta de nuestra nave hará unos diez años. Se presentó y nos explicó que andaba buscando a alguien que pudiera proporcionarle unos rodillos, pues quería fabricarse su propio tórculo. Tal vez la alineación de los astros o tal vez la suerte hizo que nos pillara en pleno «proceso creativo». Andábamos diseñando por aquél entonces un nuevo modelo, algo más asequible y sencillo a la vez que robusto y fiable. Un hermano pequeño de nuestro TC.

10 años después nos encontramos en su nuevo taller de Poblenou (Barcelona). Queremos rememorar aquel momento y aprovechar la oportunidad para explicar a todos aquellos curiosos de dónde viene nuestro famoso tórculo «modelo Cameron» y, cómo no, la curiosa historia que lo precede.

Cameron Fraser, grabador australiano afincado en Barcelona, nos empieza a contar mientras reúne el material:

«Mi abuela, que se llamaba Bessie, había fallecido unos meses atrás, dejándome una pequeña herencia y la quise invertir en un tórculo.

Yo quería fabricar el mío propio. Tenía uno de madera (DM) que me hicieron unos mecánicos en Inglaterra, pero creo que no entendieron bien el concepto «presión». Me dijeron que aquello soportaría cualquier cosa, pero obviamente se acabó rompiendo. Estaba buscando a alguien que me hiciera unos rodillos y me habían hablado de Tórculos Ribes. Cogí un tren a Canovelles (Granollers) e hice el resto del trayecto en mi bici, que sigue aquí conmigo, por cierto.

Fue casualidad, llegué en el momento oportuno. Carlos me dijo: «precisamente estamos diseñando un tórculo que se pueda desmontar, puede que te interese». Le comenté que solamente andaba buscando unos buenos rodillos. Y entonces él me propuso fabricar el tórculo completo a un precio realmente muy ventajoso. No pude rechazar la oferta.

Cuando tenía ya el tórculo en mi taller, tu padre me llamó y me preguntó si podía llamarle Cameron. A mí me suena un poco raro, no te voy a mentir. Yo, sin embargo, le llamo Big Bessie, que era como llamaba a mi abuela».

«Con el tórculo de madera no podía tener suficiente presión. Tenía que pasar los grabados varias veces. Me salían cosas muy raras (se ríe). Con este sale todo perfecto. Ya puede ser muy pequeño o muy fino. No hay manera de que salga mal. La presión es perfecta, uniforme en todo el rodillo.

Además, el sistema que utiliza Tórculos Ribes me encanta, no lo había visto antes. Esto de colocar el reductor en el rodillo superior. Casi todos lo tienen en el inferior. De este modo, se evita que resbale la placa.»

Empieza a girar el volante y no puedo evitar preguntarle.

¿Por qué tu volante es distinto?

«Lo conservo como recuerdo de mi anterior tórculo de madera. Era un 50×100 que me costó mucho dinero. Ahora es diferente, los tórculos se han adaptado a las necesidades de la gente. Eso me gusta.»

Actualmente la mayoría de empresas fabricamos los tórculos en serie, a diferencia de años atrás, que los hacíamos por encargo. De este modo se consigue un precio más asequible al público general.

Mientras Cameron separa la lámina de la placa, me advierte sonriendo: «Tengo una técnica de grabado que no vas a ver en ninguna escuela.»

Le confieso que la técnica del grabado me llama la atención, pero que no sé dibujar. «Para hacer un grabado no es necesario saber dibujar de una manera tradicional. Si puedes manipular un lápiz con manos, pies o boca, puedes dibujar, ¡y puedes hacer un grabado! -me dice- Se trata de creatividad. Cuando vienen niños al taller se vuelven locos dibujando y cuando ya no saben qué más dibujar se aburren. Yo trato de explicarles que grabar es jugar con las texturas, las manchas, las líneas. A los padres, en cambio, ¡no hay quien los pare! (se ríe) Es muy gracioso.»

¿Haces cursos de grabado para niños y niñas?

«Sí, de vez en cuando organizamos algún taller de grabado. También para adultos con mi compañera Paula. Ella hace cerámicas y la combinación entre las dos técnicas es curiosa.»

Y damos un paseo por su taller mientras me cuenta la historia de sus tórculos en miniatura o de sus muebles callejeros. Pero esto ya sería otra historia.


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